Como y cuando abonar las plantas de Marihuana
Es un claro error fijar una cantidad y mantenerla a lo largo de todo el ciclo. Cuando la planta es pequeña, se le da algo menos de lo que recomienda el fabricante y la dosis se va aumentando paulatinamente. Si las hojas amarillean, signo inequívoco de falta de nutrientes, puede deberse a que la maceta se ha quedado pequeña y bastará con trasplantar a una maceta mayor, con sustrato nuevo, sin que haga falta aumentar la dosis de abono.
La decisión sobre cuándo empezar a abonar dependerá del sustrato que escojamos. Los sustratos ricos en nutrientes, del tipo All-Mix, contienen ya una elevada cantidad de nutrientes con lo que no necesitaremos abonar hasta las dos semanas más o menos después de plantar.
Hay cultivadores que prefieren dosificar desde el principio las dosis de nutrientes y por ello escogen los sustratos tipo Light-Mix, que apenas contienen nutrientes (en ese caso, habrá que comenzar a abonar casi desde el principio).
El abono líquido hay que echárselo a las plantas disuelto en el agua de riego, una vez cada 2-4 regados. Prueba a empezar por una vez cada 4 regados y pasa paulatinamente a más veces, pero siempre observando los efectos.
Tierra Light-Mix de Biobizz
Componentes: Musgo de turba, turba de spagno y perlita
EC: 1.2 (40ms/m)
PH: 6.2
NPK: 14-16-18
Tierra All-Mix de Biobizz:
Componentes: Musgo de turba, turba de spagno, perlita, humus de lombriz, micorrizas, Pre-Mix
EC: 2.4 (40ms/m)
PH: 6.6
NPK: 4-8-6
A diferencia de los abonos líquidos, los abonos sólidos se mezclan con el sustrato. Una vez mezclado, podemos regar solo con agua y las plantas podrán disponer de los nutrientes según los necesiten. Hay que tener en cuenta las proporciones adecuadas que nos indican los fabricantes (si el sustrato es rico en nutrientes, es recomendable añadir algo menos de abono).
Las plantas van a comunicarte sus necesidades alimentarias y con la experiencia y los errores (de lo único que se aprende, en realidad) aprenderás a entenderlas. Por un lado, debes estar atento al color de las hojas. Una planta sana presenta un color verde brillante.
Si le falta nitrógeno, que es lo más típico, lo sabrás porque los bordes de sus hojas viejas empezarán a volverse amarillos. Esto sucede porque la planta nota la carencia de nitrógeno y entonces lo extrae de donde puede para enviarlo a las zonas donde se están desarrollando hojas nuevas.
En cambio, si le falta potasio, amarilleará la parte central de las hojas. La falta de fósforo es la más difícil de detectar: normalmente las plantas adquieren un color más oscuro de lo habitual y la floración se retrasa.
Si por el contrario hay exceso de nitrógeno, al principio te parecerá que las plantas están creciendo mucho, pero en realidad lo que ocurre es que se hacen demasiado espigadas, aumenta demasiado la distancia internodal, las ramas se hacen muy largas y delgadas y cuando llegue la floración se doblarán y se romperán bajo el peso de los cogollos.
Por tanto, ojo al exceso de nitrógeno, pero tampoco hay que quedarse corto y dejar que amarilleen muchas hojas, porque entonces la planta se nos quedará mucho más pequeña de lo que debería ser. La sobre fertilización también es fácil de detectar, porque las plantas adquieren una característica forma de garra que se debe al exceso de sales en el sustrato.
Si tus plantas están sobre fertilizadas, la solución es un lavado del sustrato, un riego extra para eliminar las sales que sobran. Al hacerlo, puedes rastrillar cuidadosamente la tierra y regar muy despacio, para que así los nutrientes se distribuyan mejor por el sustrato. Añade un poco más de agua de lo habitual para eliminar las sales sobrantes.
Para aquellos que prefieren medir y controlar antes que fiar todo al ojo y la intuición, están los medidores de EC (electroconductividad). La EC de la solución nutritiva (o del sustrato) nos va a indicar el volumen de sales disueltas (ya que las sales conducen bien la electricidad) y así podremos saber si estamos administrando las dosis correctas de alimento.
Los fabricantes de abonos disponen de tablas que nos indican los niveles de EC apropiados para cada momento del desarrollo. Dado que los medidores de EC se desajustan con el paso del tiempo, es necesario limpiarlos bien y volverlos a ajustar con los sobres de calibración que fabrican varias marcas.
Por otra parte, es recomendable controlar el pH tanto del agua de riego como del sustrato (existen medidores, desde las tiras muy económicas hasta los más sofisticados aparatos electrónicos), porque tiene repercusión en la absorción de los nutrientes por la planta.
El pH es la medida de acidez o alcalinidad del agua o del sustrato y se mide en una escala que va desde el 1 (máxima acidez) hasta el 14 (máxima alcalinidad). En el punto medio, 7, se habla de pH neutro. El cannabis se desarrolla de manera óptima con un pH entre 5,5 y 6,5, es decir, que el agua y el sustrato deben tener cierta acidez para que todo vaya perfecto.